¿Por qué una obsesión con la Escatología es un peligro? Pt6

Ahora que hemos salido de los pactos, es hora de pasar a otros temas que demuestran cómo la posición de cualquiera sobre el fin de los tiempos está impulsada por presuposiciones.

Nuestra discusión sobre los pactos (y algunos comentarios de los lectores) sacó a la luz la facilidad con que muchos cristianos asumen que las promesas de un reino terrenal no podrían haberse cumplido todavía. Ahora bien, ya he señalado que hay más de una forma de imaginar que las promesas de un reino terrenal son todavía futuras, al tiempo que ya se han realizado a través de la Iglesia. Quiero revisar la idea del reino un poco más y mostrar cómo muchos cristianos sienten que hay razones bíblicas para pensar que el reino terrenal de Dios y las promesas de la tierra ya se han cumplido en Israel – específicamente en el tiempo de Salomón.

Volvamos al pacto con Abraham para empezar:

1 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. 2 Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 4 Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará este, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. 7 Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. 8 Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? 9 Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. 10 Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. 11 Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba. 12 Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. 13 Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. 14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. 15 Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. 16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí. 17 Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. 18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates; 19 la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, 20 los heteos, los ferezeos, los refaítas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.

Nótese que en el versículo 18 obtenemos los parámetros de la tierra prometida a Abraham. Los versículos 19-21 añaden los detalles con descripciones regionales.  Los límites están claros.  La pregunta es, ¿esta tierra prometida estuvo alguna vez en manos de la nación de Israel? Los evangélicos dispensacionalistas modernos dicen que no. El problema es que el Antiguo Testamento sugiere lo contrario. He aquí cómo 1 Reyes 4:21-24 describe los límites del territorio bajo el gobierno de Salomón (coinciden con el pacto abrahámico):

21 Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió.

22 Y la provisión de Salomón para cada día era de treinta coros de flor de harina, sesenta coros de harina, 23 diez bueyes gordos, veinte bueyes de pasto y cien ovejas; sin los ciervos, gacelas, corzos y aves gordas. 24 Porque él señoreaba en toda la región al oeste del Éufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Éufrates; y tuvo paz por todos lados alrededor. 

Así es como se vería en un mapa:

Esto encaja muy obviamente con una interpretación «no milenial» del pacto abrahámico, la postura que afirma que las promesas sobre la tierra se cumplieron en el pasado de Israel, por lo que no hay necesidad de plantear un futuro reino milenario literal que tenga lugar en el Israel nacional.

La otra parte se opondría, argumentando que todo el territorio fuera de las líneas punteadas (como la costa) debe incluirse para que la promesa se cumpla realmente.  También argumentarían que había partes del reino de Salomón que no formaban parte de la nación de Israel, sino que sólo estaban bajo tributo salomónico. Ellos creen («presuponen») que esto no se ajusta a la forma en que deberían cumplirse las promesas originales.

Entonces, ¿qué presunción es mejor?  No puedo decir que me importe demasiado. El punto es que la idea de un futuro reino milenario en Israel no es auto evidente con respecto a las Escrituras. Esa puede ser o no la lectura correcta.

SEGUIR:

COMPARTIR:

ENVIAR UN MENSAJE

Recibe las últimas noticias

Suscríbete a nuestro boletín

DR. MICHAEL S. HEISER © 2023

Scroll al inicio