La Declaracion de Bellingham 3

Aquí vamos de nuevo. Quiero repasar algunas cosas de las dos declaraciones anteriores.

En las declaraciones 1 y 2 escribí:

«… el proceso habitual de inspiración significaba que las palabras del texto fueron dadas a los autores por Dios. En cambio, los seres humanos fueron, en su mayor parte, la fuente inmediata del texto de las Escrituras bajo la providencia de Dios. Sin embargo, Dios es la fuente última del texto de las Escrituras por medio de su aprobación providencial de las palabras de cada libro canónico tal y como existían al final del proceso de inspiración».

Y ademas:

«… el proceso de inspiración podía incluir no solo la composición inicial de un libro bíblico, sino también cualquier trabajo editorial posterior realizado sobre el texto de ese libro antes del reconocimiento de un canon sagrado completo… Dios supervisó cualquier proceso de este tipo mediante su influencia providencial en las decisiones tomadas por los autores y editores, de modo que las palabras de cada libro canónico contaran con la aprobación de Dios».

Ahora, algo nuevo:

Declaración de Bellingham 3:

Creo que la descripción del proceso de inspiración descrito en las Declaraciones 1 y 2 es coherente con la idea de la revelación divina. Dios no necesita dar todas o la mayoría de las palabras específicas a los escritores para revelarles la verdad. Creo que Dios presentó la verdad a los escritores bíblicos a través de una variedad de medios, incluyendo (pero sin limitarse a) manifestaciones dramáticas del poder divino, tiempo dedicado a escuchar al Cristo encarnado, observaciones de la providencia en sus vidas y en las vidas de otros, educación formal, la lectura de las Escrituras ya existentes y la formación religiosa. Todas estas fuerzas moldearon sus vidas y sus mentes bajo la providencia general de Dios, preparándolos para escribir lo que Dios movería a la comunidad creyente a aceptar como canónico. Inculcar la verdad sobre sí mismo y sus obras en los corazones y las mentes de los escritores de las Escrituras no requería darles cada palabra precisa en forma y secuencia. Fueron preparados por la providencia para la tarea e influenciados por la providencia para escribir lo que escribieron cuando surgió la necesidad.

En lo que respecta al aprendizaje del Cristo encarnado, a los escritores no se les exigía reproducir las palabras exactas que Jesús pronunció «en tiempo real», ni lo hicieron, como sabemos por los evangelios sinópticos. Más bien, aprendieron la verdad y la transmitieron por escrito según lo dictaba el contexto de su vida bajo la providencia, a veces captando las ideas que oían con mucha precisión, y en otras ocasiones aplicándolas con un vocabulario diferente según surgía la necesidad.

Al igual que con las palabras de Jesús, a los escritores de las Escrituras tampoco se les exigía que memorizaran todas las Escrituras que escuchaban y aprendían al escribir sus propias obras, que serían reconocidas como canónicas. Más bien, eran libres de aplicar las Escrituras anteriores y citarlas según fuera necesario para enseñar una doctrina sólida o plantear un argumento teológico. La diferencia entre muchas citas de las Escrituras y los manuscritos originales de los que proceden esas citas nos muestra que los escritores no necesitaban recibir cada palabra que escribían, incluso cuando hacían referencia a material canónico ya existente.

Es un poco tosco, pero supongo que me ayudarás a perfeccionarlo.

https://drmsh.com/bellingham-statement-3

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