Los gigantes son un tema candente en Internet y en los programas de televisión alternativos. Alienígenas Ancestrales ha mencionado a los gigantes en varios episodios, argumentando que tienen algo que ver con las visitas alienígenas y la manipulación del ADN humano. History Channel presenta un programa llamado Search for the Lost Giants (En busca de los gigantes perdidos).
Una de las pruebas de la existencia de gigantes en el mundo antiguo son las referencias textuales sobre esqueletos gigantes en fuentes clásicas griegas y latinas, incluidos los primeros pensadores cristianos. Una de las más famosas es la breve anécdota del padre de la Iglesia primitiva Agustín (354-430 d.C.), que describe en su famosa obra La Ciudad de Dios (15:9) cómo había visto huesos de gigantes:
El gran tamaño del cuerpo humano primitivo se demuestra a menudo a los incrédulos por la exposición de sepulcros… en los que se han encontrado o han salido rodando huesos de tamaño increíble. Yo mismo, junto con algunos otros, vi en la orilla de Utica un diente molar de hombre de tal tamaño, que si fuera cortado en dientes como los que tenemos, cien, me imagino, podrían haberse hecho de él. Pero creo que pertenecía a algún gigante.
Otro ejemplo sería Quinto Sertorio (ca. 123-72 a.C.). Quinto era un general romano que se cansó de oír que el cuerpo del gigante Anteo estaba supuestamente enterrado en la ciudad de Tingis. Quinto montó una expedición y encontró un enorme esqueleto que, según su informe, medía 60 codos (unos 90 pies). Quinto quedó tan impresionado que volvió a enterrarlo en lugar de profanar los restos.
La Odisea de Homero, por supuesto, incluye la historia de Polifemo, el gigante tuerto devorador de hombres. Exploradores como Ernle Bradford han intentado demostrar que Polifemo fue un gigante real (Ulysses Found, 1964).
¿Son estos relatos una prueba real de gigantes humanos de enorme tamaño? ¿Podría haber alguna otra explicación?
Antiguos esqueletos gigantes: Confusión con dinosaurios y mamíferos prehistóricos
In 2000, Adrienne Mayor, a classical folklorist and historian of ancient science, produced an important book (The First Fossil Hunters) that has a great deal of explanatory power for what’s actually behind the quotations by Augustine and Sertorius, and other similar accounts. Mayor, using ancient classical accounts, plotted out on a map the locations where giant human skeletons were supposedly found. She then overlaid a map marked with the locations of the discovery of the bones of dinosaurs and prehistoric mammals. Remarkably, they aligned to a high degree.
En el año 2000, Adrienne Mayor, folclorista clásica e historiadora de la ciencia antigua, publicó un importante libro The First Fossil Hunters [Los primeros cazadores de fósiles] que tiene un gran poder explicativo de lo que realmente se esconde tras las citas de Agustín y Sertorio, y otros relatos similares. Mayor, utilizando antiguos relatos clásicos, trazó en un mapa los lugares donde supuestamente se habían encontrado esqueletos humanos gigantes. Luego superpuso un mapa marcado con las ubicaciones del descubrimiento de huesos de dinosaurios y mamíferos prehistóricos. Sorprendentemente, coincidían en gran medida.
Figura 1
Figura 3
El trabajo de Mayor demostró que las referencias antiguas a lo que la gente de la época creía que eran esqueletos de gigantes humanos eran en realidad fósiles de animales prehistóricos extintos. La gente de la antigüedad simplemente no sabía lo que estaba viendo. Mayor reprodujo sus investigaciones en el suroeste de Estados Unidos con un libro posterior, Fossil Legends of the First Americans (2007) [Leyendas fósiles de los primeros americanos].
Figura 2
Si se observan ciertos fósiles, es fácil ver cómo podrían confundirse con humanos gigantes. El cráneo de la figura 2 podría confundirse fácilmente con un cíclope, un gigante tuerto. Pero en realidad es bastante ordinario: es el cráneo de un elefante sin colmillos. Los cráneos de mamuts prehistóricos a los que les faltan los colmillos suelen ser la fuente de las afirmaciones sobre cráneos de gigantes. El «gigante» es en realidad el esqueleto de un perezoso gigante prehistórico (figura 3).
En realidad, otros estudiosos e historiadores de la ciencia han argumentado lo mismo que Mayor para explicar la identificación errónea esos cráneos como gigantes. Los mamuts y los elefantes pertenecen a la clase de mamíferos conocidos como proboscídeos, término relacionado con sus largas trompas (probiscus). Un ejemplo de investigación sobre cómo los cráneos de estos animales fueron identificados erróneamente como cráneos de humanos gigantes es el artículo de James Howard, «Fossil Proboscidians and Myths of Giant Men», Transactions of the Nebraska Academy of Sciences XII (1984):95-102. Por este motivo, los especímenes que se promocionan en Internet como restos de gigantes humanos deben someterse a pruebas de ADN. Lo más probable es que sean huesos de un animal prehistórico.
In the final analysis, there is no skeletal evidence for giants that were 20, 30, or nearly 100 feet tall. The work of classicists, paleontologists, and archaeologists has provided a coherent answer for such mis-identifications. That is not to say, however, that, like today, there were unusually tall people. In antiquity the average height for males was much less than it is today. The reasons for this have a lot to do with environment (controlling disease and pathogens) and better nutrition. When the average male was around 5.5 feet in height, anyone well over 6 feet tall up to nearly 8 feet tall (good candidates for the NBA) would have been viewed as a giant. This is the range for giants described in the Bible, like Goliath, whose height is placed at 6 feet-6 inches (“four cubits and one span”) in the Dead Sea Scrolls, the oldest texts we have for the Hebrew Old Testament.
En definitiva, no existen pruebas esqueléticas de gigantes de seis, siete o casi diez metros de altura. El trabajo de clasicistas, paleontólogos y arqueólogos ha proporcionado una respuesta coherente a tales identificaciones erróneas. Esto no quiere decir, sin embargo, que, como hoy, no hubieran personas inusualmente altas. En la Antigüedad, la estatura media de los varones era muy inferior a la actual. Las razones tienen mucho que ver con el medio ambiente (control de enfermedades y agentes patógenos) y una mejor alimentación. Cuando la estatura media de los hombres rondaba el metro y medio, cualquiera que superara los dos metros y llegara casi a los dos metros y medio (buenos candidatos para la NBA) habría sido considerado un gigante. Este es el rango de los gigantes descritos en la Biblia, como Goliat, cuya altura se sitúa en los 198 cm («cuatro codos y un palmo») en los Rollos del Mar Muerto, los textos más antiguos que tenemos del Antiguo Testamento hebreo.
Recursos:
James Howard, “Fossil Proboscidians and Myths of Giant Men,” Transactions of the Nebraska Academy of Sciences XII (1984): 95-102
Adrienne Mayor, The First Fossil Hunters: Dinosaurs, Mammoths, and Myth in Greek and Roman Times (Princeton University Press, 2000)
Adrienne Mayor, Fossil Legends of the First Americans (Princeton University Press, 2007)
Gaston Godard, «The fossil proboscideans of Utica (Tunisia), a key to the ‘giant’ controversy, from Saint Augustine (424) to Peiresc (1632),»Geological Society, London, Special Publications, 310 (2009): 67-76
Martin Abegg, Peter Flint, Eugene Ulrich, The Dead Sea Scrolls Bible: The Oldest Known Bible Translated for the First Time into English (HarperOne, 2002)
Link original: https://www.fringepop321.com/ancient-giant-skeletons