
En partes anteriores de esta serie, hemos visto cómo la enseñanza cristiana dominante sobre el pecado de Adán conduce a un problema con Jesús como verdadero descendiente de Adán. También hemos visto cómo una lectura detallada de Romanos 5:12 resuelve ese problema, a expensas de la visión tradicional del significado del pecado de Adán. El punto de vista que propongo también ayuda con otro problema teológico importante: el destino de los no nacidos, los abortados y aquellos cuya incapacidad mental significa que nunca podrán creer en el Evangelio.
La doctrina del pecado original y el destino de los incrédulos
Voy a argumentar que mi visión de Romanos 5:12 nos da verdaderas razones textuales para mirar a los ojos a los padres afligidos y decirles que un hijo fallecido -ya sea por aborto espontáneo, aborto o muerte fetal- está con el Señor. Verán a su hijo en el cielo. Lo mismo vale para los niños que mueren antes de poder creer en el mensaje del Evangelio, o para cualquier persona cuyos impedimentos mentales le impidan creer. Por razones que se harán evidentes, me referiré a todos en esta categoría como «inocentes» a medida que avanzamos. Pero para apreciar cómo mi punto de vista sobre Romanos 5:12 marca la diferencia, tenemos que empezar con las deficiencias de cómo enfocan esta cuestión los que se adhieren al punto de vista tradicional.
Hay varias tácticas utilizadas por los teólogos para conseguir que los bebés entren en el cielo, todo ello mientras afirman el punto de vista tradicional de Romanos 5:12. El problema que deben resolver en el contexto de sus presuposiciones se ilustra de la siguiente manera:
- Todos los seres humanos son humanos desde la concepción.
- Todos los humanos concebidos son también personas.
- Todos los humanos y los humanos concebidos (personas) heredan la culpa de Adán vía Romanos 5:12
- Todos los seres humanos, independientemente de su edad (desde la concepción, hasta el nacimiento, hasta la muerte) están en un estado de culpa ante Dios y por lo tanto bajo la ira de Dios, no en virtud de cualquier pecado que cometieron, sino en virtud de existir como un ser humano.
- Por lo tanto, los bebés, los fetos abortados, los mentalmente incapacitados e incapaces de creer, el infante o niño pequeño incapaz de creer son culpables ante Dios y están bajo la ira de Dios.
- La solución para estar bien con Dios es el evangelio, y ese evangelio debe ser creído para evitar el infierno (que es merecido por todos los que son culpables ante Dios).
- Por lo tanto, no puede haber ningún ser humano en el cielo que no haya creído en el evangelio (o al menos que haya respondido en fe a la revelación divina que se le ha dado – lo digo por los dispensacionalistas de la vieja línea, y tiene cierto mérito debido a la salvación de los creyentes del AT que creyeron en el Dios de Israel antes de la encarnación y obra de Cristo).
- Incluso teniendo en cuenta el punto anterior, los bebés, los fetos abortados, los incapacitados mentales y los infantes o niños pequeños siguen siendo incapaces de creer cualquier revelación divina que Dios pudiera haber aceptado (en paralelo a la situación de los creyentes del AT).
- Esto significa que los bebés, los fetos abortados, los incapacitados mentales y los infantes o niños pequeños incapaces de creer son realmente los seres humanos «más perdidos» – están completamente sin esperanza, incapaces de creer en nada que Dios pueda proporcionar en forma de revelación.
- Debemos concluir, entonces, que los bebés, los fetos abortados, los incapacitados mentales y los infantes o niños pequeños incapaces de creer van al infierno, ya que ese es su destino merecido, como culpables ante Dios e incrédulos.
Es bastante obvio lo cruel y ofensivo de este pensamiento, pero es completamente fiel a la teología bíblica articulada sobre la base de la interpretación tradicional de Romanos 5:12. ¿Cuáles son las posibles respuestas?
- ¿Y qué? No importa que Dios nos ofenda. La verdadera pregunta es «¿por qué Dios salva a alguien?» no «¿podemos meter bebés en el cielo?». Dios condena a los bebés, a los fetos abortados, a los incapacitados mentales y a los bebés o niños pequeños incapaces de creer debido a la culpa de Adán y así son las cosas, a pesar de lo ofendidos que estemos. Tenemos que dejar que Dios sea Dios y punto.
- Dios hace una excepción para estos desafortunados por su amor y gracia. Por supuesto, no hay Escritura para esto, pero muchos están cómodos con no tener Escritura aquí. Es una extrapolación «lógica» que se extiende desde los atributos de Dios.
- Dios incluye a los bebés, los fetos abortados, los incapacitados mentales y los infantes o niños pequeños incapaces de creer dentro de su relación de pacto electivo. Ahora, muchos paedobautistas evangélicos calvinistas no irán tan lejos como para decir que el infante bautizado es «salvo» debido a su bautismo en caso de que muera antes de que pueda creer, pero en realidad he escuchado a algunos decir esto. Eso no es otra cosa que la regeneración bautismal, algo que enseña el catolicismo. Negar esto es cometer una ilógica atroz. Ellos dirán que el bautismo del infante no garantiza la salvación; los pone en la comunidad del pacto y (más tarde) la creencia sigue siendo necesaria. Pero luego se dan la vuelta y dicen que, si el niño bautizado muere, de hecho, va al cielo porque su bautismo lo puso en el pacto. Así que un cambio en las circunstancias cambia la teología. Estar en la comunidad del pacto significa salvación. Esto nos lleva al problema del bautismo. ¿Produce la salvación o no? «Sí y no» dirán algunos. Pero ¿qué pasa con las personas que fueron bautizadas y luego abandonaron la fe? ¿Garantiza su bautismo su lugar en el cielo porque una vez fueron puestos en la comunidad del pacto? Si dices que no, entonces has socavado lo que pensabas que era tu solución. Si dice que sí, entonces necesitas que te recuerden que la circuncisión, el «paralelo» en el Antiguo Testamento del bautismo (véase Col. 2:11-12), aunque introducía a las personas en la comunidad del pacto, no garantizaba nada en términos espirituales. Cientos de miles de judíos circuncidados y elegidos fueron tras otros dioses, y Dios los envió a Babilonia como resultado. Entonces, ¿hay adoradores de Baal en el cielo? Yo creo que no. Apelar a la elección y al bautismo pactado no resuelve en absoluto el problema que tenemos ante nosotros.
- Algunos ofrecen una variante de la primera. Sí, Dios condena al infierno a los bebés, a los fetos abortados, a los retrasados mentales y a los infantes o niños pequeños incapaces de creer, pero «enjugará todas nuestras lágrimas» para que no pensemos en ellos. Así que, supongo que enjugar las lagrimas = borrar nuestros recuerdos. ¿En qué parte de la Escritura se nos enseña que tenemos nuestros recuerdos borrados en la glorificación? ¿Cómo podríamos estar agradecidos por la salvación si ese fuera el caso? ¿Cómo podríamos apreciar la gracia si no recordamos que éramos pecadores, o el punto de lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz (y sabemos que todavía lleva las marcas)? ¿Y cómo encaja esta idea con las insinuaciones de las Escrituras (cf. la transfiguración) de que al otro lado conoceremos a personas que nunca antes habíamos visto? Esta opción, como las demás, es incoherente.
Todo esto se reduce a una simple pregunta: Dame un versículo que lleve a los bebés al cielo a pesar del hecho de que son culpables ante Dios por el pecado de Adán y no pueden responder a la revelación de Dios. La visión tradicional de Romanos 5:12 obliga a sus seguidores a entrar en una de las categorías anteriores. Menos mal que hay una respuesta mejor.
La solución para La doctrina del pecado original y el destino de los que no pueden creer
Mi posición sobre Romanos 5:12 significa que los bebés, los fetos abortados, los incapacitados mentales y los infantes o niños pequeños incapaces de creer no están bajo la ira de Dios, ya que: (a) no han heredado la culpa de Adán y (b) nunca han pecado (ni podrían pecar, ya que el pecado, definido como una violación voluntaria de la ley moral de Dios, no puede estar en el cuadro con las personas en cuestión. (Las violaciones de la pureza ritual en la ley del AT no eran ofensas morales, aunque las verdaderas ofensas morales podían hacer a una persona ritualmente impura).
Sin embargo, a pesar de su inocencia moral ante Dios, estos fetos, bebés, etc. (como todos los humanos) sufrirán la muerte. Esto tiene sentido a la luz de lo que enseña Romanos 5:12: todos los seres humanos heredaron la mortalidad y necesitaban la gracia de Dios por lo que ocurrió en el Edén. Esto nos lleva a otro punto importante: la inocencia moral de estas personas tampoco es suficiente para la vida eterna. Necesitan algo más: necesitan ser resucitados de entre los muertos. Y lo serán gracias a Jesús.
¿A qué me refiero? Veamos lo que dice Pablo en 1 Cor 15:12-28
12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.
20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24 Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25 Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. 27 Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. 28 Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.
Veamos primero el versículo 22. El pecado de Adán resultó en muerte, tal como dice Romanos 5:12; no dice que resultó en culpa. Y en pensamiento paralelo, a causa de la resurrección de Cristo, todos resucitarán. La muerte fue vencida por Cristo (Rom 6:9, por ejemplo), y Cristo es la «primicia» de la resurrección. Pero, ¿qué hay del otro lenguaje, el escatológico, que habla de resurrección y muerte? Ese también es importante. El resto del pasaje resume temas del Día del Señor que se encuentran en otros pasajes: la resurrección, el juicio, el reino, etc. Tenemos que desentrañar esto un poco. Y esté advertido: lo que usted lee aquí podría entrar en conflicto con algún sistema popular de escatología que le hayan enseñado, especialmente si es una variedad dispensacional popular (oh, bueno).
Si volvemos a Apocalipsis 20:4-6 (pasaje del Gran Trono Blanco) leemos sobre dos resurrecciones:
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años (nota: hay resurrección #1). 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años (nota: hay resurrección #2). Esta es la primera resurrección. (nota: el «esta» remite al tema principal del pasaje: la resurrección de los creyentes martirizados). 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
¿Qué conclusión sacamos de todo esto? La primera resurrección de la que se habla se refiere a la resurrección de los creyentes martirizados en el flujo de los capítulos del Apocalipsis, aquellos martirizados antes del regreso de Jesús. Esta resurrección concierne sólo a los creyentes. Como tal, la «segunda muerte» (una explicación de la cual viene en el pasaje de abajo) no tiene efecto sobre ellos. Por eso son bendecidos. Pero hay una segunda resurrección que concierne a más que creyentes martirizados-es general, incluyendo tanto a incrédulos como a creyentes. Leemos sobre eso un poco más adelante en Apocalipsis 20:11-15:
11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
En esta segunda resurrección, la razón por la que algunos sufren la muerte segunda (lago de fuego) es por los pecados que cometieron. Esto tiene lugar, según el texto, después del «reino milenario» («El resto de los muertos no volvió a la vida hasta que se cumplieron los mil años»). Esta parece ser la resurrección descrita en Daniel 12:1-2, ya que se menciona el libro de la vida, y ya que se menciona tanto a los creyentes como a los incrédulos.
Si observamos el pasaje, leemos primero que se abrieron «libros» (en plural), pero luego se abrió otro libro (en singular), el libro de la vida. Los muertos eran juzgados por los libros (en plural) «según lo que habían hecho» – libros que registraban sus pecados, un registro de su culpabilidad ante Dios. Ese registro era la base para sufrir la segunda muerte (infierno). Estas personas estaban todavia «en sus pecados y delitos» como diria Pablo.
Significativamente, todo lo que era necesario para evitar la segunda muerte era tener el nombre de uno escrito en el libro de la vida. Si habías pecado y nunca habías recibido a Cristo, estabas en el libro «malo». Si nunca habías incurrido en culpa moral y nunca habías rechazado a Cristo, no estabas en el libro «malo».
Puesto que los inocentes morales (los fetos, bebés, incapacitados mentales de los que hemos estado hablando) nunca pecaron y tampoco rechazaron a Cristo (nunca tuvieron la oportunidad, ni pudieron realmente creer o rechazar-algo que requiere un cerebro y un acto de voluntad), no están escritos en el libro «malo». Por lo tanto, sólo pueden estar en el otro libro, el libro de la vida (no se nos habla de un tercero). Eso significa que los fetos abortados, los bebés nacidos muertos, los infantes y cualquier otra persona que muera sin poder creer serán resucitados en la segunda resurrección y nunca sufrirán la segunda muerte. Ellos están con el Señor debido a la resurrección-no por obras o alguna excepción imaginaria hecha por Dios. Simplemente no encajan en la descripción de los condenados al castigo eterno.
Para resumir: Yo argumentaría que los bebés, los fetos abortados, los incapacitados mentales y los infantes o niños incapaces de creer están con Cristo porque son resucidatos por/con/gracias a Cristo y no están condenados por su pecado. Su salvación no tiene nada que ver con las obras. Se logra por la resurrección. Nadie está en el cielo por sus propios méritos. Nadie está en el cielo que sea inocente sin ser resucitado por/con/gracias a Cristo. Cristo es el medio esencial de salvación. Sin Cristo, no hay vida eterna.
Lo anterior se basa en una lectura atenta de las Escrituras. Pero si se adopta el punto de vista tradicional de Romanos 5:12 y la doctrina del pecado original, no se puede apelar a nada de ello.
Recursos
- Thomas Cargoe, “An Examination of the Issue of Infant Salvation,” PhD Dissertation, Dallas Theological Seminary, 1987
- Lewis Waggoner, “Baptist Approaches to the Question of Infant Salvation,” PhD Dissertation, New Orleans Baptist Theological Seminary, 1999
- Adam Harwood, “The Spiritual Condition of Infants: A Biblical-Historical Survey and Systematic Proposal,” PhD Dissertation, Southwestern Baptist Theological Seminary, 2007
Link original: https://www.miqlat.org/the-doctrine-of-original-sin-4.htm