Sin ningún orden en particular, lo que voy a hacer en las próximas entradas es escribir afirmaciones y negaciones, con la esperanza de que los lectores critiquen el lenguaje de forma cuidadosa y constructiva. Naturalmente, después de publicar varias de ellas, quizá quede claro cómo agruparlas o «mezclarlas y combinarlas» para que tengan coherencia.

Aquí está la primera:

Afirmo que la Biblia es una revelación de Dios producida por escrito a través de la intervención de autores humanos. Esta intervención implicó que los autores humanos escribieran basándose en sus propias capacidades, educación, estilos, cosmovisión, antecedentes e idiosincrasias. Niego que la redacción de la Biblia requiriera encuentros entre Dios y los escritores en los que los autores humanos quedaran bajo control divino, como si la entrega de la revelación de Dios exigiera apoderarse de la mente del escritor para producir las palabras del texto. Niego además que las palabras del texto fueran dadas a los autores por Dios a través de algún tipo de proceso de dictado, ya fuera audible o mental.